¿Yo? ¿Vivir en un tipi? En los primeros años de Ananda Village (pulse aquí para ver el enlace en inglés), antes de que tuviésemos los recursos para construir casas, recurrimos a la cultura Nativa de Estados Unidos por soluciones para crearlas. Alguien encontró un libro acerca de cómo hacer tipis Sioux, y al encontrar que esto era tanto factible como dentro de nuestro rango limitado de precios, decidimos seguir adelante.

Nos fuimos al bosque (con el permiso del Departamento Forestal) para cortar árboles altos y delgados, llamados pinos contortos, para los postes de los tipis. Un miembro, Sadhana Devi, consiguió enormes rollos de lona, y cosió las “pieles” para cerca de una docena de tipis: ¡un esfuerzo monumental!

Viví en un tipi mi primer invierno en Ananda; fue una experiencia maravillosa. El tipi nos protegió aceptablemente, aunque no completamente, de la lluvia y el frío, y nos dio una sensación de unidad e integración con la naturaleza. Para disfrutar del viento, creé un carrillón cosiendo campanas a unas tiras de tela que até a la punta de los postes del tipi.

Una fresca mañana de otoño tuve una experiencia memorable. Había estado lloviendo mucho toda la noche, y luego de finalizar la meditación, levanté la tapa de lona que cubría la abertura del tipi para ver cómo estaba el clima. Las nubes se habían dispersado, el cielo estaba despejado, y las montañas cercanas estaban cubiertas de niebla.

Abrí el libro que estaba leyendo, San Francisco, de Nikos Kazantzakis, y la primera oración que vi me sorprendió: “Las montañas estaban cubiertas de niebla.”

Luego escuché al viento moverse afuera a través de los árboles. La oración siguiente decía; “El viento comenzó a moverse a través de los árboles.” Ahora mi curiosidad aumentó, y pensé, “Esto es muy raro.”

Mientras el viento seguía, pude escuchar las campanitas atadas a los postes del tipi tintineando sobre mi cabeza. Seguí leyendo curiosa por ver lo que ocurriría luego: “A lo lejos, San Francisco pudo oír el tintinear de las campanas.” Con cada vez más asombro, mis ojos se posaron en las siguientes palabras: “San Francisco sabía que esas campanas le advertían que se aproximaba un leproso.”

Cerré el libro de golpe, pensando, “¡Eso es todo: no estoy lista para los leprosos!” Ahí terminó mi parte de la historia, pero la de San Francisco recién estaba comenzando.

En Europa medieval, los leprosos llevaban campanas para avisar a la gente que se acercaban. Aunque Francisco estaba lleno de una gran devoción a Dios, especialmente en la forma de Jesucristo, todavía tenía algunas debilidades humanas. Una era aborrecer a los leprosos. Mientras este hombre desfigurado se acercaba, el primer instinto de Francisco fue huir con disgusto y miedo, pero algo lo retuvo. Mientras miraba al pobre leproso cuya cara y cuerpo habían sido carcomidos por la enfermedad, Francisco fue abrumado por la lástima y la compasión.

En vez de huir del leproso, Francisco corrió hacia él, lo abrazó, y beso su cara destruida. En ese instante, la forma que contempló en sus brazos ya no era un leproso, sino su amado Jesucristo. La moraleja de la historia: Cuando abrazamos nuestros miedos, encontramos la presencia de Dios escondida allí.

Foto de Bhakti Ruggiero.

Cualquiera sea el miedo que enfrentes ahora—enfermedades que se propagan, incertidumbre financiera, confusión política—intenta ver detrás de él la Presencia divina. Dios llega a ti como ese problema en particular para ayudarte a superar tus miedos. Acéptalo de buena gana, incluso gozosamente si puedes.

Swami Kriyananda nos dio una buena herramienta para lidiar con nuestro miedo. Él escribió que cuando estemos enfrentando una crisis en nuestra vida, “mentalmente hagamos un ‘peor escenario.’ Si algún proyecto que he contemplado parece contener la posibilidad de fracasar, he tratado de visualizar y aceptar esa posibilidad, preguntándome, ‘¿Puedo soportar ese fracaso con ecuanimidad? ¡Sí, puedo! porque mi felicidad no depende de nada fuera de mí mismo.’” Con práctica, llegarás al punto donde pase lo que pase, podrás permanecer impávido. Al final de cada prueba, si la aceptamos, podemos encontrar coraje, gozo, y una fe en Dios más profunda (pulse aquí para ver el enlace en inglés).

Esta fue la lección que nos dio San Francisco cuando abrazó a ese leproso. Y Paramhansa Yogananda nos da esta oración: “Cuando me lleguen el miedo o el enojo o cualquier clase de sufrimiento, los veré como un espectador. Me separaré a mi mismo de mis experiencias. Me esforzaré a toda costa para mantener mi paz y felicidad.”

Deseándote el valor para enfrentar tus desafíos,

Nayaswami Devi

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *