Una vez estaba visitando a una amiga que recientemente había dado a luz a su segunda hija, una niñita adorable. Su primera hija, una niña de tres años preciosa llamada Tamara, estaba mostrando señales claras de celos hacia esta recién llegada con quien tenía que compartir la atención de sus padres.

Mientras mi amiga acunaba con amor a la beba que dormía en sus brazos, Tamara se acercó con una mirada astuta en sus ojos y preguntó, “Mami, ¿esa beba es asquerosa?”

“Oh, no,” fue la respuesta de mi amiga, “ella es muy linda.”

Intentando plantar semillas de duda en la mente de su madre, se fue diciendo, “Nunca se sabe.”

A menudo me he preguntado si Tamara creció para convertirse en una reportera, ya que generar dudas en la mente de la gente parece ser el modus operandi de las noticias de hoy. Oficiales electos, líderes espirituales, expertos en salud, figuras del deporte: nadie es inmune a que se hagan preguntas acerca de su integridad o sus intenciones ocultas. A veces los titulares caen tan bajo que ni siquiera pretenden tener datos de respaldo, sino que simplemente hacen una pregunta: “¿Es verdad que los marcianos están viviendo dentro del Monte Everest?”

Lo insidioso acerca de ser alimentado con una dieta regular de esa información es que activa continuamente la duda, la cual es un estado de consciencia. Con el tiempo se vuelve una condición crónica que tiene poco que ver con ningún problema en particular, sino que lleva a la incertidumbre, a la ansiedad, y a la pérdida de la fe en cualquier cosa.

Paramhansa Yogananda llamó a la duda “suicida.” Él dijo que la duda constructiva, que cuestiona solo para llegar a la Verdad, está bien, pero que la duda destructiva es un estado habitual que eventualmente paraliza la voluntad. Continuó diciendo, “La duda es una locura mental por la cual rehúsas absolutamente a reconocer tu propia habilidad para conocer el mundo que te rodea y comprender todo.”

¿Qué podemos hacer para elevarnos sobre la duda crónica y reclamar nuestra habilidad para saber que es real y verdadero? Es bueno limitar el tiempo que pasamos mirando las noticias o las redes sociales. Incluso el contenido positivo que es publicado en línea puede alejarnos de nuestro centro si le damos demasiado foco. El verdadero conocimiento no viene de evitar los aportes negativos; ni, en realidad, de buscar aportes positivos: su fuente no está ni en la mente ni en el intelecto, sino más bien una sensación profunda, en la consciencia interior.

Swami Kriyananda tenía una habilidad notable para ver más allá de la personalidad externa de las personas y para comprender quiénes eran en realidad. Esto le permitía ayudar a los demás y a sacar lo mejor de ellos. Su entendimiento venía, no de saber hechos a cerca de una persona, sino de estar completamente centrado en sí mismo y relacionándose desde ese centro a los demás. Esta habilidad nace de la meditación y de haber alcanzado una profunda calma interior.

Yoganandaji dijo, “Con un lente poderoso los rayos del sol enfocados a través de él, pueden encender la madera. La práctica del Yoga, en forma similar, concentra la mente de tal manera que la cortina de la duda y la incertidumbre se queman y la luz de la Verdad interior se manifiesta.”

Quemando así la duda, la fe emerge y con la fe nace la realización de la presencia de Dios en nuestras vidas y en todo. Una vez que nuestra fe es fuerte, ninguna insinuación o calumnia negativa nos puede convencer de lo contrario. Sabemos lo que sabemos porque lo sentimos en cada fibra de nuestro ser.

En El Nuevo Sendero, Swami Kriyananda escribe, “Creo que se está acercando el momento en que incontables hombres y mujeres ya no dudarán más de Dios, de lo que dudan del aire que respiran. Porque Dios no está muerto. Es solo el hombre quien muere a toda esta maravillosa vida cuando se limita a sí mismo a las adquisiciones mundanas y a progresar a los ojos mundanos y pasa por alto aquellas realidades espirituales que son el fundamento de todo lo que él es en verdad.”

¿Cuál es este tiempo que se aproxima del que habla Swamiji? Es un nuevo amanecer, cuando la gente busque y encuentre sus respuestas en su interior a través de la meditación y la oración. Solo así podemos disipar la niebla de la duda que oscurece nuestra habilidad de encontrar la Verdad. La fe, de hecho, es la prueba de las cosas que no se ven y es través de los ojos del alma que podemos ver en todo la verdad divina oculta.

Tu amiga en Dios,

Nayaswami Devi

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