Soy una observadora de la gente: me gusta observar a las personas mientras se ocupan de sus asuntos. Trato de ver qué revelan sus rostros y su lenguaje corporal, y luego imagino cómo son y qué clase de vida llevan.

Algo que a menudo observo son los movimientos inquietos que hace la gente mientras está esperando—para subir a un avión, por ejemplo, o para que alguien se le una en el vestíbulo de un hotel. El tamborileo nervioso de los dedos, el golpeteo de los pies, y ojear el celular (“móviles” aquí en India) se ven comúnmente en esta era frenética en la que vivimos.

¿Qué le está pasando a nuestra consciencia cuando vivimos de una forma tan inquieta? Los movimientos repetitivos y nerviosos del cuerpo, de los ojos, y especialmente de la mente desintegran nuestra experiencia de la realidad y del tiempo en unidades pequeñas y separadas. Cuando la medimos en rápidos golpecitos, la vida misma se vuelve fragmentada y desarticulada.

Cuando estaba terminando mi último año de la universidad, justo unas semanas antes de mudarme a Ananda, tuve una experiencia inusual. Era un hermoso día de primavera, y decidí ir a caminar junto a un gran lago que rodeaba el campus. Luego de un rato me senté y contemplé la variedad de actividades ante mí: gente haciendo un picnic y riéndose; familias de patos chapoteando y graznando ruidosamente; nadadores moviéndose con gracia por el agua; veleros deslizándose rápidamente sobre la superficie; árboles meciéndose con la brisa; nubes ondulantes; la luz del sol brillando sobre el agua.

Entonces, mi percepción cambió repentinamente, como la inesperada aparición de una imagen oculta en una ilusión óptica. En la escena delante de mí, en lugar de muchos objetos separados, vi solo una cosa—un todo indiviso. En mi mente surgió el pensamiento, “¿Cómo alguien alguna vez concibió el número uno, si no hay partes separadas para contar?” (Curiosamente, el concepto matemático del cero se originó en India.) Esta percepción tuvo un efecto profundo y duradero en mí.

Poco después encontré un pasaje en la Autobiografía de un Yogui de Paramhansa Yogananda que me ayudó a entender mi experiencia. En una explicación de maya, cuyo significado literal es “el medidor,” él escribió: “Maya es el poder mágico en la creación por el cual las limitaciones y las divisiones están aparentemente presentes en el Inmensurable e Inseparable.” Ya que estaba a punto de dedicarme a la búsqueda espiritual, me fue dado un vistazo de la naturaleza “inmensurable e inseparable” de la realidad.

Aquí hay algunos consejos para ayudarte a dejar de medir lo “inmensurable,” o, para hacerlo más simple, para dejar de contar las piezas y mirar el todo.

 En la Vida Diaria:

1) Cualesquiera sean tus circunstancias, buenas o malas, no pienses en cuántos días o semanas faltan para que terminen. Cuando estés de vacaciones no pienses, “Solo queda una semana,” sino que disfruta las experiencias que te llagan cada día. Cuando estés en una semana de trabajo estresante, no proyectes, “En dos días podré descansar.” Más bien pon la energía que se requiere para terminar el trabajo.

2) Cuando estés con amigos o la familia, entrena tu mente para estar completamente presente, y no te mortifiques con pensamientos como “Debo irme en cinco minutos,” o “Tengo que hacer tres llamadas telefónicas, así que mejor apuro esto.”

3) Cuando comiences cada día, evalúa lo que hay que hacer, y luego trata de ver tus actividades como un flujo en vez de cómo eventos separados. Si ves cada día como un todo tendrás mucha más energía, apoyado por un entusiasmo subyacente por la vida.

En Meditación:

Relaja tu cuerpo y mente, y disfruta la paz.

1) Swami Kriyananda dijo, “Entrénate para no mover ni un músculo.” Cuando comiences tu meditación, cierra tus ojos, y mantenlos cerrados hasta que hayas terminado. No mires tu reloj para ver cuánto has meditado, o cuánto tiempo falta.

2) Si estás meditando en un grupo, el líder la terminará en el momento apropiado. Relaja tu cuerpo y mente, y disfruta la paz.

3) Si estás meditando solo, hay dos opciones. Si necesitas terminar en un momento determinado, puedes programar una alarma silenciosa para que suene en el momento indicado. Si no tienes restricciones de tiempo, haz tus técnicas y práctica la devoción tanto como lo disfrutes.

Por último, trata de vivir en los ritmos más largos de la vida, recordando al “inmensurable e inseparable.” Como dice Swami Kriyananda en una de sus canciones (pulse aquí para ver el enlace en inglés):

¡Hay gozo a todo nuestro alrededor!

¿Por qué esperar hasta mañana?

Solo tenemos este momento para vivir.

Que cada uno de tus momentos esté lleno de gozo eterno.

Nayaswami Devi

AnandaEspañol.org

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