Había un niño que vivía en una pequeña aldea. Una noche se despertó gritando, y cuando sus padres corrieron para ver qué pasaba, el niño dijo temblando, “Yo estaba en el bosque en el límite de la aldea mientras comenzaba a oscurecer. Un tigre enorme salió de los árboles y comenzó a acecharme. A medida que se acercaba más, lo único que podía ver eran sus ojos amarillos, así que grité para asustarlo, y entonces ustedes me despertaron.”

Los padres le aseguraron que solo era una pesadilla, y que no había ningún tigre real. Pero la noche siguiente el niño tuvo el mismo sueño y otra vez se despertó gritando. Esto continuó todas las noches durante una semana. Los padres, ya desesperados, llevaron al niño para que viera a su gurú. El sabio gurú, al escuchar el sueño del niño, ni lo minimizó ni le dijo que no tuviese miedo.

El gurú dijo, “Estás recordando una vida pasada cuando el tigre era real. Pero en esta vida es solo un recuerdo.” Les dijo a los padres, “Todas las noches llenen una lámpara con aceite y pónganla en su habitación.” Al niño le dijo, “El tigre no vendrá mientras la lámpara esté encendida.” Luego de eso, el sueño que daba miedo se detuvo y nunca regresó.

Aunque las pesadillas se detuvieron, el niño aún tenía muchos miedos. Tenía miedo a la oscuridad, miedo a estar solo en la casa, y miedo a los desconocidos. Él y sus padres visitaron al gurú tanto como fuese posible y, por medio de su apoyo, los miedos gradualmente desaparecieron. Pero el niño todavía mantenía su lámpara encendida durante la noche, para que el terrible tigre no regrese.

A medida que el niño se convertía en un hombre, era menos temeroso, pero era muy tímido. Aprendió a lidiar con esto quedándose solo la mayor parte del tiempo y comenzando su propio negocio, haciendo lámparas artísticas.

Cada vez que podía, visitaba al gurú, quien se convirtió en su sostén y apoyo a través de todas las tormentas de la vida, y practicaba sus técnicas. Inevitablemente, con el paso del tiempo, el sabio maestro envejeció. Entonces, durante una fría noche de invierno, llegó la temida noticia de que el fin del gurú estaba cerca. El hombre maduro, todavía un niñito frente a su gurú, se arrodilló a sus pies sollozando.

El gurú lo levantó y lo abrazó gentilmente. Le dijo muy suavemente, “Te he amado como a mi propio hijo. Hemos estado juntos en muchas vidas pasadas y nuestro amor nos unirá de nuevo.”

“Pero ¿cómo puedo continuar sin ti?” se quejó el hombre.

El gurú dijo, “Déjame decirte un secreto. Nunca necesitaste la lámpara. Te la di como un apoyo para ayudarte a superar tus miedos. La verdadera luz está dentro de ti.” Entonces el gurú lo tocó en el ojo espiritual, y el resplandor de luz en su frente fue como el sol.

“Nunca has necesitado realmente mi apoyo o consejo, pero te los di libremente porque necesitabas sentir mi amor, para que el tuyo propio pudiese crecer dentro de ti.” Entonces lo tocó en el corazón y un amor inconmensurable floreció dentro de su pecho.

“Ahora déjame decirte una última verdad. Si quieres que esta luz y este amor continúen ardiendo dentro de ti, debes dárselos a los demás. Encuentra a aquellos que estén asustados y dales luz. Encuentra a alguien que tenga problemas y rodéalo con tu consuelo. Cuanto más los entregues, más fuertes y puros se volverán.”

Al día siguiente, en la ceremonia por el fallecimiento del gurú, todos estaban llorando, menos uno. Uno de ellos—que antes era tímido y asustado—fue de una persona a la otra, abrazando a cada una a su turno y aliviando su dolor. Y mientras lo miraban a los ojos, les parecía que estaban viendo los ojos de su gurú, solo los rayos del amor de la Madre Divina.

En luz y amor,

Nayaswami Jyotish

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