¿Qué funciona? ¿Qué no funciona? ¿Qué tal si…?

Un instructor de pintura encantador usa estas tres preguntas como parte de su proceso artístico. Cuando está haciendo un boceto para una pintura nueva, él observa su primer intento y conserva esas cosas que están funcionando, cambia las que no, y se pregunta “¿Qué tal si en vez hiciera esto?” Él repite el proceso una y otra vez hasta que la pintura está finalmente terminada.

Hay algunas cualidades interesantes en estas tres preguntas. Primero, funcionan en todas las escalas. Puedes preguntarlas acerca de un pequeño boceto, y puedes preguntarlas acerca de la sociedad en su conjunto. Funcionan igualmente bien a escala atómica y cósmica.

Sin embargo, es más efectivo concentrarse en aquellas áreas que realmente puedes cambiar. Puedes cambiar un boceto. Un problema nacional, no tanto. Puedes evitar mucho malestar y estrés emocional no preocupándote acerca de esas cosas sobre las que no tienes absolutamente ningún control.

Otra cualidad de estas tres preguntas es que pueden aplicarse a cualquier área de nuestras vidas, desde lo más mundano hasta lo más espiritual. Aquí hay algunas ideas sobre cómo podemos hacerlo.

Físico: Comencemos con nuestro entorno. Debido al hábito, a la inercia, o la falta de consciencia, a menudo vivimos con cosas que son menos que ideales, incluso problemáticas. Tomate cinco minutos para hacer este ejercicio. Mira el cuarto en el que estás mientras lees esto, y haz estas tres preguntas: ¿Qué funciona?, ¿Qué no funciona?, y ¿Qué tal si…? Tal vez necesites tirar algunas cosas a la basura, o mover algún mueble, o quitar algo que no pertenece a la habitación. Si es rápido, hazlo ahora. Luego haz una lista de “cosas por hacer” para cosas más importantes que se pueden mejorar. Más adelante, tómate un tiempo para aplicar el mismo proceso no solo a otras habitaciones de la casa, sino también a tu dieta, ejercicio, al sueño, y otros aspectos de la vida en el plano físico.

Mental/Emocional: Podemos entrar en patrones habituales de pensamiento y reacción que nos empujan hacia abajo. Nuestro entorno mental/emocional puede abordarse de la misma manera que nuestro espacio físico. Piensa en tus patrones especialmente en aquellas áreas que son dolorosas o difíciles, y hazte las tres preguntas. Algunos hábitos y actitudes deberían arrojarse a la basura, otros quitarse de tu espacio mental actual y colocarse en un estante para ser trabajados más adelante. Recuerda, quieres trabajar en cosas que tú puedes cambiar, en lugar de en cómo los demás necesitan transformarse.

Espiritual: Observa aquellas cosas que puedes mejorar, como hábitos de meditación, uso de técnicas, actitudes y devoción. Sin embargo, ten en cuenta que el progreso espiritual ocurre en muchos niveles a su propio tiempo.

Puedes terminar con bastantes cosas que quieres cambiar, pero no trates de actuar sobre todas a la vez, o disminuirás tu entusiasmo. El lienzo de tu vida es un gran proyecto. Algo que he aprendido con la pintura es a tomar solo un área pequeña a la vez. No puedo cambiar todo a la vez, ni siquiera en un lienzo pequeño.

También es muy importante mantener las cosas en perspectiva y celebrar todas las cosas que están funcionando. El cambio es parte del proceso. ¡Disfrútalo!

Paramhansa Yogananda ha escrito, “El autoanálisis es el mejor método para el progreso. Sin él, el hombre se convierte en una máquina viviente.”

Cada mañana está determinado por cada hoy. ¿Alguna vez contaste tus facultades o mediste su fuerza? Swami Kriyananda sugiere, “Todas las noches antes de dormir, repasa el día para ver cómo te fue en el campo de batalla de la vida.”

Intenta hacer esto con las tres preguntas, “¿Qué funcionó? ¿Qué no funcionó? ¿Qué tal si…?” Poco a poco irás mejorando hasta que tu lienzo esté terminado y puedas enmarcarlo y dárselo a Dios.

Con amor y gozo,

Nayaswami Jyotish

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