Fue una de las noches más increíbles de mi vida. Me senté fascinado, junto a otras casi dos mil quinientas personas en el auditorio, escuchando ragas ejecutadas por algunos de los mejores músicos de India. Shiv Kumar Sharma y Hari Prasad Chaurasia han pasado toda una vida dominando la música clásica de la India y han sido premiados con los honores más altos de una nación agradecida.

Los hindúes estarán bien al tanto de sus nombres y reputaciones, pero para aquellos occidentales que no han escuchado sus bandas de sonido o sus álbumes, tal vez se necesite una pequeña introducción. Shiv Kumar toca el santoor, un instrumento con cien cuerdas y un sonido único, que se toca con pequeños martillos de madera como un instrumento de percusión, un poco como una mezcla entre una cítara y un dulcimer percutido. Pero, para citar a P. G. Woodhouse, eso es como “describir al Taj Mahal como una tumba bastante elegante.”

Hari Prasad toca la flauta de madera hindú. Al escucharlo, uno comienza a apreciar por qué el Señor Krishna es representado encantando devotos con su flauta. Ellos estaban acompañados por Vijay Ghate en el tabla y Bhawani Shankar en el pakhawaj, un tambor de madera grande, con forma de barril. Ellos también son músicos famosos, y los cuatro tocan juntos a menudo. De hecho, Shiv y Hari son amigos de toda la vida y han tocado juntos por sesenta y un años.

En su introducción a la noche, Shiv Kumar dijo que la música clásica hindú y la espiritualidad hindú son dos caras de la misma moneda. A la mañana siguiente, cuando nos sentamos junto a ellos en el desayuno, Shiv dijo que él había leído muchas veces Autobiografía de un Yogui, y sintió que la magia especial del concierto se debía toda a la gracia del gurú. El concierto estaba dedicado a Yoganandaji, al ser este el 125 aniversario de su nacimiento, y era un evento para recaudar fondos para el Paramhansa Yogananda Charitable Trust (pulse aquí para ver el enlace en inglés), que sirve a muchos miles de viudas en Brindaban, India.

En su Autobiografía, Paramhansa Yogananda dice, “En India, tanto la música como la pintura y el teatro son considerados un arte divino. Brahma, Vishnu y Shiva—la Trinidad Eterna—fueron los primeros músicos. El Bailarín Divino Shiva es representado en las escrituras como el que elaboró los infinitos modos de ritmo en Su danza cósmica de la creación universal.” Las ragas tienen el poder de llevar la energía de uno hacia adentro y arriba, y conectarlo con Dios.

El dúo entre el santoor y la flauta, yendo hacia atrás y adelante con cada vez mayor complejidad e intensidad, parecía un diálogo en el cielo. Agreguen a esto el tabla y el pakhawaj, y se sentía como una conversación entre cuatro Dioses, que estaban hablando, riendo, bromeando, compitiendo y elevándose mutuamente en un idioma que rodeaba la mente e iba directo al corazón y al alma.

Todo el propósito en el sendero espiritual es elevar la consciencia, llevándola hacia adentro y hacia arriba, disolviendo la separación del ego. La absorción en lo que sea que amamos lleva a perder nuestro sentido de aislamiento y a unirse con una realidad mayor. La meditación es una forma de hacer esto; también lo es el arte divino de la música elevada.

Inténtalo por ti mismo escuchando una grabación del concierto. (El vídeo está abajo.) Te sugiero que escuches en un lugar donde puedas estar en silencio e interiorizado. Incluso recomendaría que uses auriculares y te prepares para sentarte en silencio una vez que la música termine. Creo que serás transportado a un reino más elevado. Devi y yo, junto con los demás en la sala de concierto, definitivamente lo fuimos.

En el AUM eterno,

Nayaswami Jyotish

AnandaEspañol.org

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