Una mañana, mientras caminábamos en el  campo que está cerca de nuestro ashram en Pune, India, contemplamos una escena que no ha cambiado desde los últimos mil años. Los agricultores acababan de recoger la cosecha y estaban arando los campos con arados de madera tirados por bueyes. Nos saludan al pasar, y de alguna manera superamos la barrera del idioma diciéndoles “Feliz Diwali”. En India, esta es la época de Diwali, el Festival de las Luces, que conmemora la luz que desvanece la oscuridad. Es el equivalente a nuestras Navidades.

simple-living-india-farm-300x200Los agricultores viven una vida muy sencilla que va cambiando muy lentamente a medida que la tecnología moderna hace su incursión. Pero esta sencillez no es por elección, sino por las circunstancias. La sencillez a la que Paramhansa Yogananda se refería cuando dijo: “Una vida sencilla, más un pensamiento elevado, llevan a la auténtica felicidad,” es algo totalmente diferente. La verdadera vida sencilla se alcanza cuando ofrecemos cada uno de nuestros apegos a Dios.

Este proceso comienza desde el exterior, quizás viviendo con menos “necesidades innecesarias”, como decía Yogananda. En esta fase, en vez de sentir que uno carece de algo, la gente encuentra que les da una mayor sensación de libertad. Pero ofrecer lujos a Dios no nos lleva muy lejos, también debemos comenzar a ofrecer nuestro tiempo, servicio y recursos financieros, cosas que valoramos, y empezar a poner a prueba los límites de nuestros apegos. Pero estos también son algo exterior, y no definen al ‘yo’.

El siguiente paso que tenemos que dar, es ofrecer nuestros pensamientos, hábitos, acciones y actitudes: cualidades mundanas que son las fuerzas del enemigo interno, los Kauravas a los que Krishna nos impulsa a luchar en el Bagavad Gita. Ahora entramos a otro nivel de simplicidad: la del discípulo en sintonía con la disciplina que cambia la vida, y el amor de un gurú. En Ananda, los miembros expresan esto al elegir tomar votos de simplicidad, auto-control, y de obediencia cooperativa. Pero incluso ofrecer nuestro comportamiento, no llega a la raíz de la cuestión.

Lo que realmente tenemos que ofrecer es el ego mismo, nuestro “manojo de auto-definiciones”, como Swami Kriyananda lo describió. La mejor forma de hacerlo es a través de la devoción pura, meditaciones más profundas, y servicio desinteresado. En el Gita Krishna le dice a Aryuna: “La ceremonia interna del fuego de elevar la consciencia, es superior a cualquier acto de auto-ofrenda. (Solamente) en esta sabiduría se consume toda acción (karma.)” La práctica diaria de elevar nuestra consciencia a través de las técnicas de meditación, como Kriya Yoga, eleva y ofrece la misma fuerza vital, y con sencillez, consigue la verdadera transcendencia del ego.

A medida que continuamos pelando el ego, y una vez que los deseos ardientes se caen como hojas muertas en otoño, junto con ello se elimina también la ansiedad, los miedos y las limitaciones. Y en su lugar nos encontramos, no con ramas muertas, sino las ramas de la paz y la alegría que no pueden ser encontradas si nos aferramos a las posesiones y apegos. Las riquezas del mundo nunca pueden ofrecer la sensación de seguridad que viene a través de la fe en que la Madre Divina nos da todo aquello que necesitamos.

Veo este tipo de libertad en muchos de mis amigos y gurubais. No buscan nada, solamente vivir más y más puramente solo para Dios. Esto es la auténtica Vida Sencilla.

En alegría,

Nayaswami Jyotish

[Pronunciado Yotis]