Las historias son grandes maestras. Involucran al oyente emocionalmente, y se imprimen en la mente mucho mejor que meros conceptos. Por ejemplo, todos sabemos que debemos pensar en los demás y no sólo en nosotros mismos. Pero este principio cobra vida cuando se encuentra plasmado en una buena historia.Aquí está esta misma enseñanza entregada por Krishna y Arjuna.

Krishna y Arjuna

Krishna y Arjuna

Krishna y Arjuna estaban caminando juntos un día cuando vieron a un hombre vestido de harapos, mendigando por un costado de la carretera. El hombre explicó que él era un pobre brahmán que estaba atravezando tiempos difíciles y que la mendicidad era la única manera en que podía alimentar a su familia.Arjuna, sintiendo gran compasión, le dio al hombre su bolso. Krishna, mientras tanto, se limitó a sonreír.

Mientras el brahmán se iba a casa, un ladrón, que había estado observando, lo golpeó y le robó el bolso. Al día siguiente, Krishna y Arjuna encontraron de nuevo el hombre sentado en el polvo con su cuenco de mendigar. Al enterarse de su historia, Arjuna, sintiendo aún mayor compasión, le dio de su propio dedo un anillo con un gran rubí. Una vez más, Krishna se limitó a sonreír.

Esta vez, mientras el mendigo estaba cruzando el río en ferry para ir a su casa, se llenó de gran alegría y emoción. Incapaz de contenerse, levantó el anillo en alto con el fin de mostrar su buena fortuna a sus compañeros de viaje. Mientras lo hacía, el barco fue sacudido por una ola y el anillo cayó al río dondeinmediatamente se lo tragó un gran pez.

Al tercer día, Arjuna y Krishna vieron nuevamente al hombre mendigando. Ahora, Arjuna sospechó de que algo más estaba en juego, y le preguntó a Krishna qué debía hacer. Krishna sonrió una vez más y luego le dio al hombre dos peñiques, la más pequeña de todas las monedas del reino.

Mientras el mendigo se acercó al río, pensó: “¿Qué puedo hacer con dos peñiques? Bueno, al menos puedo comprar la libertad de un pez de la red del pescador. “Después de haber pagado su miseria, estaba a punto de liberar al pez en el río cuando notó algo brillar en su boca. Era, por supuesto, su anillo de rubí perdido. Mientras lo sostenía una vez más en la mano, clamó con gran voz: “¡Miren lo que he encontrado!” El ladrón, que estaba entre la multitud, pensó que había sido descubierto y se arrojó a los pies del brahman: “Aquí tienes, recupera tu bolso, pero por favor no me eches a la cárcel.” Debido a un pequeño acto de bondad, el mendigo había recuperado todo.

Arjuna finalmente entendió. Y Krishna sonrió.

Especialmente en la India los niños son, o solían ser, criados escuchando las historias de las grandes epopeyas, el Mahabharata y el Ramayana. Esta es la forma en que aprenden la verdad y los valores, la sabiduría y el amor. La próxima vez que estés a punto de agarrar el control remoto del televisor, quizás quieras en su lugar leer una buena historia. Al hacerlo, Krishna sonreirá.

En alegría,

Nayaswami Jyotish