Hace años leí un cuento corto sobre un alpinista estadounidense. Mientras compraba provisiones en un mercado en la India, se encuentra con un yogui de pelo enmarañado y barba larga, que vestía nada más que un dhoti sencillo. El yogui preguntó amablemente al americano qué es lo que estaba haciendo en la India. El alpinista le contesta secamente a este “raro ser” que se ocupe de sus propios asuntos. Después de un intercambio grosero y arrogante, el estadounidense dice con orgullo que va a escalar el Monte Everest. La historia continúa describiendo largos y tediosos días de trekking con una caravana de maleteros para llegar a la montaña y, finalmente llevar los suministros a la base del campamento. Luego viene la subida difícil y peligrosa hacia la parte superior, empujando los límites de la resistencia y la voluntad humana. Qué gran sorpresa, al llegar a la cima, y descubrir al mismo yogui tranquilamente sentado en la postura de loto. Los estadounidenses balbucean, “¿Cómo has llegado hasta aquí?” El yogui responde, “La pregunta es, ¿Cómo han llegado aquí ustedes? Seguramente no lo han hecho caminando, ¿verdad?”

Durante mucho tiempo, los milagros y los poderes milagrosos han sido un tema central cuando leemos libros acerca de yoguis y grandes santos. Las personas se sienten atraídas por estas historias como las polillas a la luz, sabiendo que, en algún nivel intuitivo profundo, ellas muestran el potencial que yace también dentro de nosotros. Pero debido a que nuestra conciencia aún no está lo suficientemente avanzada para manifestar estos poderes, tratamos de emularlos por medios físicos y científicos.

touch-of-light-jyotish-devi-300x167Hace tres días tuvimos un satsanga con el grupo Ananda en Chennai. Como solemos hacer, oramos y cantamos juntos, tuvimos una meditación corta, y luego dimos una charla, que fue seguida por preguntas y respuestas. Lo inusual fue que, a pesar de que Devi y yo estábamos sentados en una habitación en California, a través de Skype todos pudimos ver y escucharnos el uno al otro casi tan bien como si estuviésemos sentados juntos en Chennai. En broma, comenté que era como ser capaz de bilocar. Algún día, la ilusión será casi completa con la realidad virtual.

Hay varias tendencias en la tecnología que nos dan poderes casi milagrosos. Ya en la actualidad, principios de Duapara Yuga (lo que podemos llamar “la edad electromagnética”), estamos viviendo la comunicación global casi instantáneamente. Cuando tu teléfono celular suena, no sabes si alguien está llamando desde la habitación de al lado o desde algún lugar en el mundo. Pronto ya no utilizaremos dispositivos electrónicos, sino que los vestiremos, como la ropa o la piel. Sri Yukteswar predijo que en esta edad venceremos la ilusión de espacio.

Otro poder mencionado a menudo es la capacidad de levitar. Para aquellos que todavía no pueden lograr esto a través de su propio progreso espiritual, existe la aerotabla. La semana pasada, un francés se elevó a cincuenta metros del suelo en el aire y viajó más de dos kilómetros sobre el agua, de pie en un dispositivo de este tipo.

Luego, está el estado espiritual de desapego. Por medio de la tecnología nos dirigimos en la dirección de no propiedad. Es probable que hoy en día un joven nunca sea dueño de un coche, por ejemplo. Con la llegada de los coches sin conductor, además de servicios como Lyft y Uber, no tendrá sentido poseer un trozo caro de metal que permanecerá inactivo la mayor parte del tiempo. Airbnb y otras nuevas empresas similares están haciendo posible que la gente comparta habitaciones infrautilizadas, muebles y otros recursos.

Podría ofrecer muchos más ejemplos de cómo la tecnología nos está dando habilidades que habrían parecido milagros hace sólo unas pocas décadas. Pero, para que no nos emocionemos demasiado, estos poderes exísten sólo en el mundo de los sueños del plano físico. La tecnología, sin importar cuán interesante sea, sólo puede imitar las virtudes de los santos. Nuestro trabajo, como verdaderos yoguis, es despertar de este sueño en la realización de nuestro propio potencial infinito.

En alegría,
Nayaswami Jyotish