La mayor premisa del primer libro de Paramhansa YoganandaLa Ciencia de la Religión, es que todos en el mundo comparten la misma motivación básica: ser feliz y evitar el sufrimiento. He estado leyendo un libro con un tema similar, 12 Reglas para la Vida: Un Antídoto para el Caos, de Jordan B. Peterson, un psicólogo y filósofo. Su tema es similar al de Yogananda, pero él lo expone de forma un poco diferente: La vida es una búsqueda para mantener el orden y evitar el caos.

Él tiene una explicación interesante del famoso símbolo del yin-yang. La mitad blanca, dice, representa el orden, y la mitad negra, el caos. Nosotros (y todas las cosas vivas) pisamos constantemente la línea sinuosa entre las dos fuerzas, esforzándonos por crear y mantener el orden mientras somos desafiados por un mundo inestable que causa caos. El orden nos permite vivir y prosperar, mientras que el caos nos trae la amenaza de la ruina y la muerte. El pequeño punto del color opuesto en cada lado representa el potencial para la transformación.

La mayoría de los enfoques, incluyendo el de las 12 reglas de Peterson, están destinados a mostrarnos cómo navegar mejor nuestros desafíos—para ser más sanos, más ricos, y más felices. Pero a medida que progresamos hacia niveles espirituales más elevados, comenzamos a cansarnos de esta realidad limitada. Entonces, ansiamos un guía que pueda mostrarnos la salida, uno que haya experimentado su propia consciencia más allá de las limitaciones del sueño. Él puede enseñarnos a encontrar la salida y los reinos llenos de dicha que existen más allá del mundo de maya (ilusión).

Los yoguis deben equilibrar estos dos objetivos: Nuestras enseñanzas de hecho nos ayudarán a vivir exitosamente en este mundo de maya, pero, lo que es más importante, también nos muestran cómo lograr la unidad (moksha) y escapar completamente del sueño de la dualidad. Nuestro deber, espiritualmente hablando, es superar el caos causado por la consciencia del ego.

El Maestro a menudo hablaba de este mundo como si fuese un sueño o una película. Hoy él podría haber usado la analogía de un videojuego. Imaginen un juego complejo e increíblemente adictivo llamado “Vida.” Si fuésemos tirados dentro de un juego sin la memoria de los anteriores, podríamos ser engañados y llevados a pensar que la “encarnación” actual es todo lo que existe. Mientras estemos en el juego de la dualidad, debemos jugar bajo sus reglas, que están diseñadas para mantener el juego entretenido amenazando nuestro orden con el caos. Mientras estemos entretenidos, vamos a seguir apretando el botón que dice “¿Jugar de nuevo?”

La salida solo puede encontrarse desapegándonos nosotros mismos de nuestra identidad en el juego. Esto lo hacemos calmando la respiración, y retirando la mente y el corazón de la estimulación del exterior, y de sus adicciones. Por último, en meditación profunda, vemos y pasamos a través de la puerta de salida—el ojo espiritual. Entonces la ilusión desaparece, y nuestra alma despierta a la realización de que estaba atascada en un sueño, un círculo de yin y yang encerrado en sí mismo. Cuando llega ese despertar profundo, estamos listos para regresar por fin a nuestro verdadero hogar. Solo entonces optaremos por el botón que dice “Juego Terminado.”

En gozo,

Nayaswami Jyotish

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