Me gustaría compartir una pequeña historia ilustrativa que nos envió alguien:

Un muchacho joven que estaba recibía instrucción de su gurú estaba haciendo sus tareas, y el gurú noto que se veía un poco deprimido. El gurú preguntó, “Muchacho, ¿por qué estás tan triste?” Y el joven respondió, “Señor, amo escucharte hablar acerca del Bhagavad Gita (pulse aquí para ver el enlace en inglés). Pero el problema es que después no recuerdo mucho. Entra por un oído y sale por el otro. Los otros chicos hablan con facilidad acerca de las enseñanzas sagradas, y yo no sé nada. De verdad me pregunto si soy digno de estar aquí.”

El gurú se quedó pensativo por un momento. Luego le pidió al niño que trajese la canasta del carbón, y el muchacho corrió rápidamente hacia la estufa y la trajo. El interior de la canasta estaba completamente cubierto con el polvo negro del carbón. El maestro le dijo, “Llena la canasta con agua del río y trémela de vuelta.” Cuando el muchacho miró confundido, el maestro dijo, “No te preocupes. Solo haz lo que te digo.”

Así fue que el niño metió la canasta en el río, pero antes de que pudiese regresar con el gurú toda el agua se había vaciado. El gurú dijo, “Hazlo de nuevo.”

El niño fue cinco veces al río y llenó la canasta con agua. Corrió cada vez más rápido esforzándose por volver mientras todavía había algo de agua en  la canasta, pero cuando regresaba siempre estaba vacía.

Finalmente, el muchacho dijo, “Maestro, ¡me has dado una tarea imposible! Es inútil intentar traerte agua en esta cosa agujereada.” Y el gurú dijo, “¿Piensas que es inútil? Mira dentro de la canasta.” El joven miró y vio que ahora la canasta estaba totalmente limpia. El agua había lavado todo rastro de carbón.

Y el maestro le explicó: “Puede ser que no recuerdes o entiendas todo cuando estudiamos el Bhagavad Gita y hablamos acerca de esas enseñanzas sagradas. Pero solo dejar que las enseñanzas fluyan a través de ti cambiará gradualmente tu consciencia hasta que tu corazón se limpie de la ilusión y la oscuridad.”

Entonces el maestro rodeó al joven discípulo con su brazo y dijo, “Solo recuerda: Dios no es un erudito, Dios ama. Y si Lo buscas con sinceridad, un día verás como Él te ha cambiado completamente.”

Esta historia ilustra de muchas formas la transformación espiritual que ocurre a través del flujo de la energía divina. Si en vez de quedarnos con las apariencias externas, echamos mano a la energía subyacente, podemos mover montañas. Aquí hay algunos ejemplos:

En meditación: Cuando tu mente se distrae o se vuelve inquieta, es inútil tratar de pensar en una salida de este dilema. En vez de eso, trata de relajarte, de respirar con calma, y visualizar un flujo constante de luz desde el corazón hacia el ojo espiritual. A medida que el flujo de la energía se vuelva calmo y enfocado, tu mente lo seguirá.

Con el dinero: El dinero es simplemente un medio de intercambiar tu labor previa por algo que quieres. Por lo tanto, no lo veas como algo valioso en sí mismo, sino como un flujo de energía. Si lo haces, serás mucho más efectivo en atraer los recursos que necesitas. También aliviará muchas preocupaciones.

En las relaciones: Cuando hables o trabajes con alguien, trata de sentir que estás intercambiando tu energía con ellos. Para una comunicación efectiva, Swami Kriyananda recomendaba lo siguiente: Intenta sentir la energía en tu corazón. Luego proyéctala a través de tu ojo espiritual. Siente su respuesta en tu corazón. Esto hará que las conversaciones normales sean más agradables, y las difíciles más fáciles.

Durante esta era de energía, seremos mucho más efectivos en todo lo que hagamos si podemos sentir la energía que subyace la forma o la acción. Y si también podemos sentir que siempre es la energía de la Madre Divina la que fluye a través de nosotros, terminaremos relucientemente limpios como esa canasta del carbón.

Con gozo,

Nayaswami Jyotish

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *