“¡Esta debe de ser la Cueva! Corresponde exactamente a la descripción dada en Autobiografía de un Yogui.”

Cautivados, estábamos escuchando la remarcable historia de la búsqueda por la cueva de Babaji, cuya existencia fue revelada por Paramhansa Yogananda en su libro.

Indu Bhan, uno de los amigos más queridos de Swami Kriyananda en la India, nos contó la historia. Indu, su madre Rani, y dos compañeros, luego de leer acerca de la cueva de Babaji, partieron de su hogar para intentar hallarla o, mejor dicho, para intentar hallar al mismo Babaji. Luego de llegar a Ranikhet, el pueblo más cercano, preguntaron a la población si alguien conocía la localización de esta cueva en la montaña Drongiri. Cada consulta llevó a la siguiente, y a la siguiente, hasta que, luego de una semana, encontraron a alguien que pudo trazar para ellos un mapa crudo. Sin embargo, mientras se preparaban para irse, Indu fue advertido de no entrar en esa región porque dos leones comedores de hombres estaban aterrorizando el área.

Él reportó esto a Rani, quien, con la sabiduría ancestral de las madres indias, dijo: “Tú aún eres joven y tienes tu vida por delante. Entiendo si tienes miedo. Yo, por el contrario, ya estoy vieja y no le temo a la muerte. Iré yo sola.” Y por supuesto, el grupo entero partió al día siguiente.

Ni bien salieron, un hombre llevando un rifle apareció, seguido de un segundo, preguntándoles si podían acompañarlos para protegerlos. Cuando llegaron a unos rápidos, un hombre enorme de repente apareció del otro lado y construyó un puente de rocas que les permitió cruzar a salvo. Ayudados paso a paso en su viaje largo y laborioso, finalmente encontraron la cueva. Pero, desafortunadamente, Babaji no estaba allí.

Alguien les dijo entonces que un gran santo vivía en un lugar incluso más elevado y más remoto, así que partieron con grandes esperanzas. Cuando llegaron a su pequeña cabaña, el santo los saludó diciendo: “No soy el Babaji que están buscando.” Luego de recitarles ciertos detalles de su viaje, les contestó muchas preguntas mentales. A lo que la noche se acercaba, comenzaron a ponerse ansiosos, pero él dijo: “No pueden irse sin comer algo. No se preocupen por los animales salvajes, estarán a salvo.” Luego el santo sirvió comida para seis personas, sacada de un pote del tamaño de un puño humano. Más tarde los viajeros escucharon que el santo había recientemente servido comida para 140 personas de ese mismo pote.

Descendieron la montaña por el mismo camino por el cual habían ascendido. Cuando su tren de regreso a Delhi estaba saliendo de Ranikhet, Rani miró por la ventana y vio a Babaji en la plataforma de la estación, bendiciéndolos silenciosamente. Puesto que ella era la única que podía verlo, mentalmente dijo: “No creeré que eres tú a menos que te vea de nuevo en la próxima estación (a varias millas de distancia).” Cuando llegaron a la siguiente plataforma, allí estaba de nuevamente el sagrado Babaji.

Al llegar a su casa, enviaron mapas a devotos en América de la ruta hacia la cueva. Es gracias a estos exploradores que muchos peregrinos hoy en día visitan esta remota cueva, seguramente uno de los lugares más sagrados en la Tierra.

En búsqueda por el Divino,

Nayaswami Jyotish

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