A través de la historia han habido grandes héroes que, viendo las injusticias de su época, pelearon contra ellas y cambiaron las vidas de miles. Una de esas heroínas fue Harriet Tubman.

Nació esclava en 1822 en Maryland, y sufrió una gran crueldad durante su niñez, fue golpeada despiadadamente y azotada por sus varios “amos.” Sin embargo, en vez de aceptar o sucumbir a las injusticias de la esclavitud, ella encontró la fuerza, el coraje y la fe para escapar y contraatacar. Con el tiempo se convirtió en una de las más importantes abolicionistas y activistas políticas de su época.

Creado el 1 de Enero de 1869 (grabado sobre madera, artista no catalogado).

Harriet emprendió catorce misiones para rescatar esclavos del cautiverio en el Sur y llevarlos a la libertad en el Norte, usando una red de abolicionistas y refugios que se hicieron conocidos como la “Red Clandestina de Escape para los Esclavos.” Era una cristiana devota, y a veces tenía visiones y sueños que ella creía que eran premoniciones de parte de Dios para guiarla y protegerla al ayudar a los esclavos a escapar. Ella atribuyó a esas visiones su éxito en liberar a los demás. “Nunca perdí ni un solo pasajero,” declaró.

Cuando estalló la Guerra Civil en 1861, Harriet trabajó para el Ejército de la Unión, primero como exploradora y guía, y luego como espía. Fue la primera mujer en liderar una expedición armada en esa guerra, comandando el asalto al Combahee Ferry, en el cual se liberó a setecientos esclavos.

A lo largo de su vida e incluso hoy, Harriet Tubman se ha convertido en un símbolo de coraje y determinación en la lucha por la libertad. Sin embargo, no todos los esclavos estaban listos para recibir lo que ella tenía para ofrecer. Muchos de ellos estaban resignados a su esclavitud, o tenían miedo de dejar la vida conocida de un esclavo por la vida desconocida de una persona libre.

“Si hubiese podido convencer a más esclavos de que eran esclavos, hubiese podido liberar a miles más,” dijo.

Grandes almas como Harriet Tubman nacen para enfrentar los desafíos de su época. Abraham Lincoln, el presidente de Estados Unidos de América durante la Guerra Civil, era otra de esas almas elevadas. Paramhansa Yoganandaji dijo que Lincoln había sido un yogui del Himalaya (pulse aquí para ver el enlace en inglés) en una encarnación previa que murió con el deseo de producir la igualdad racial. Su nacimiento como Lincoln fue con el propósito de cumplir ese deseo.

Gracias al coraje y sacrificio de muchas almas valientes, la institución de la esclavitud ya no existe en Estados Unidos. Sin embargo, hay otra clase de esclavitud. Es maya, o engaño, que nos atrapa en la creencia de que el mundo como es percibido por los sentidos es la única realidad, y que no somos nada más que nuestro cuerpo físico.

Los grandes liberadores como Buda, Krishna, Jesucristo, y Paramhansa Yogananda vinieron para liberarnos y despertarnos a la verdad de nuestra existencia: que este mundo es un sueño; que somos hijos inmortales de la luz; y que nuestras almas están unidas eternamente con el gozo y el amor de Dios.

En Autobiografía de un Yogui Yoganandaji escribe, “Una firme resolución surgió en mi pecho: Compartiría con mis compañeros, tanto como estuviese en mi poder, las verdades inamovibles que había aprendido a los pies de mi gurú.”

Debemos tener el coraje y la fe de seguir a nuestros liberadores cuando llegan. Los esclavos, si iban a seguir a Harriet Tubman a través de la Red Clandestina de Escape para los Esclavos, primero necesitaban reconocer su esclavitud, y luego estar dispuestos a dejar atrás todo lo que conocían o tenían. Así nosotros, también, debemos reconocer las cadenas del engaño que nos atan, y estar dispuestos a hacer grandes sacrificios para poder romperlas.

Vivimos en tiempos de conflictos sociales y políticos cada vez mayores en todo el mundo. En medio de todo esto, nunca olvidemos que la batalla más importante es por la libertad de nuestra alma.

El Maestro amaba cantar con una gran voz estridente un verso de un himno famoso que era popular entre los soldados de la Unión durante la Guerra Civil, “El Himno de Batalla de la República.” Sin embargo, él hizo unos pocos cambios a la letra, incluyendo este: de “¡Como Él [Cristo] murió para santificar a los hombres, moramos para liberar a los hombres!” a “¡…vivamos para liberar a los hombres!”*

Siguiendo a este gran liberador, luchemos para encontrar la verdadera libertad para nosotros y los demás.

Tu compañera soldado,

Nayaswami Devi

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