Un amigo nuestro recientemente nos contó un buen chiste. Un hombre estaba llegando tarde a una reunión importante y estaba buscando frenéticamente un lugar para estacionar. Aunque era ateo, gritó con desesperación, “Dios, si Tú me encuentras un lugar para estacionar, creeré en Ti.”

Justo en ese momento milagrosamente se abrió un espacio en frente del edificio donde se llevaba a cabo su reunión. Mientras el hombre estacionaba rápidamente su auto en el lugar, dijo, “Está bien Dios, ya consequí.”

A menudo cuando alguna oportunidad nos llega inesperadamente, aparentemente por casualidad, nos quedamos sin darnos cuenta del hecho de que Dios estaba moviendo las cuerdas tras bambalinas. Cuando pensamos, “Qué afortunado fue eso,” o “Me esforcé mucho para hacer que eso suceda,” no estamos entendiendo. “Las coincidencias,” como fue bien dicho, “son las formas de Dios de mantenerse anónimo.”

Las coincidencias se presentan en variedad de formas. Aquí hay algunas de ellas, cada una ilustrada con un ejemplo de la vida real que dirige nuestra mirada más allá del regalo hacia el Dador.

Primero, hay un consejo práctico que llega justo en el momento que lo necesitas. A mediados de los años 70 en Ananda Village (pulse aquí para ver el enlace en inglés) estábamos construyendo un edificio para nuestras oficinas centrales e imprenta. Swami Kriyananda tuvo un idea clara de cómo debería verse y había hecho un dibujo simple en lápiz en un pequeño trozo de papel.

El cuerpo del edificio era sencillo, pero el techo era complejo, con una doble curva que se movía tanto hacia arriba como hacia afuera, como un ave en vuelo. Sin planos de ingeniería que los guíen, nuestros constructores no estaba seguros de cómo construir el techo, pero, decididos, continuaron día tras día para llevar el trabajo tan lejos como pudiesen.

Llegó el día inevitable en que no pudieron ir más lejos. Como relató la historia Swami Kriyananda,

Se sentaron, meditaron y oraron por asistencia. Finalmente, al no recibir guía, como pensaban, se levantaron y se prepararon para dejar el trabajo.

Justo entonces apareció un auto, y un hombre bajó de él. Explicando que era un contratista de construcción de Santa Bárbara, a cientos de kilómetros de distancia, dijo “Me preguntaba si necesitan ayuda.”

Los hombres explicaron su dilema.

“Fue muy afortunado para ustedes que yo venga aquí,” dijo el contratista. “¡Probablemente soy el único hombre en California que sabe la técnica especial que necesita este trabajo!”

Nuestro equipo obtuvo exactamente el consejo que necesitaba de nuestro amigo contratista y pudo completar el proyecto. El edificio hoy sigue en pie como un testimonio de la intervención divina.

El Templo Hansa en Ananda Village hoy sigue en pie como un testimonio.

Aquí hay un ejemplo de una “coincidencia” que llegó en forma de protección. Swami Kriyananda había estado dando algunas clases en Sacramento, California, y Shivani y yo habíamos ido a ayudar. Un amigo de Swamiji se ofreció a llevarnos de nuevo a Ananda Village, de modo que partimos con el Dr. Runnels al volante, Kriyanandaji en el asiento de acompañante, y Shivani y yo atrás.

El tráfico en la autopista era pesado y se movía rápido, con dos carriles colmados llevando en cada dirección. Directamente delante de nosotros había un auto llevando un remolque de plataforma lleno de maquinaria.

Swamiji y su amigo estaban conversando amigablemente mientras conducíamos, cuando, en cierto punto, Swami echó un vistazo y vio que el remolque comenzó a tambalearse. “El enganche de ese tráiler parece inestable,” dijo. “Pongámonos frente al auto que está delante nuestro.”

Justo cuando cambiamos de carril y nos detuvimos junto al otro auto, el enganche se rompió. El remolque comenzó a girar fuera de control detrás de nosotros provocando un gran choque en cadena. Nos quedamos sentados en silencio conmocionados, dándonos cuenta de que apenas nos salvamos de estar en un accidente terrible. Nadie habló durante el resto del camino a casa, absortos pensando en lo que recién había sucedido.

Por último, está la “coincidencia” de cómo llegan a nuestras vidas una guía e inspiración más elevadas. Cuántas veces hemos oído a la gente contar su historiad de cómo encontró a Autobiografía de un Yogui. Nos dicen, “Un día apareció sobre la mesa de mi sala,” o “Me lo dio un desconocido inesperadamente.” Puede ser que vean a la “casualidad” en vez de la gracia operando en estos incidentes, porque todavía no se dan cuenta de cuán cerca está Dios de nosotros realmente.

En su autobiografía, El Nuevo Sendero (pulse aquí para ver el enlace en inglés), Swami Kriyananda escribe: “La gente a menudo señala al sufrimiento de la humanidad como prueba de que Dios no existe, o de que a Él no le importan Sus hijos humanos. La respuesta de Paramhansa Yogananda a esa acusación fue que la gente no se preocupa lo suficiente por Dios como para sintonizarse con Su ayuda.”

La próxima vez que llegue a tu vida una ayuda o protección inesperada, en vez de decir, “¡Qué coincidencia!” di de corazón “Gracias, Dios (pulse aquí para ver el enlace en inglés).”

Con gratitud,

Nayaswami Devi

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *