Hoy es el aniversario del Día de Moksha de Swamiji en 2013—cuando descartó la prenda gastada de su cuerpo y encontró la libertad del alma. En vez de escribir acerca de él, pensé en escribir una carta a él, y compartirla con ustedes.

21 de abril de 2021

Querido Swamiji,

Esta mañana tuvimos una hermosa meditación en tu departamento en Crystal Hermitage para honrar tu fallecimiento hace ocho años. Me gusta mucho pasar tiempo allí, porque me trae recuerdos muy lindos de momentos compartidos; de lugares a los que viajamos junto a ti; y de la profunda sabiduría y amor divinos que compartiste con todos.

Mientras estábamos sentados en calma bendecidos por tu presencia, por la gozosa libertad de tu consciencia, me acordé de la amorosa amistad en Dios que nos dabas a todos por igual. Como me dijiste una vez (en realidad como una corrección por necesitar atención personal de tu parte), “Recuerda, nadie es especial para mí. Ni siquiera yo soy especial para mí mismo.”

En los años posteriores a tu fallecimiento, muchos devotos que nunca conociste en persona nos han contado del enorme impacto que tuviste en sus vidas. Mientras continuamos siendo testigos de tu habilidad para inspirar a los demás, incluyéndonos, y de guiar el crecimiento de Ananda, nos damos cuenta una y otra vez de lo bien que mantuviste oculta tu verdadera estatura espiritual. Solo una gran alma hubiese podido lograr lo que hiciste y lo que todavía haces.

Sin embargo, a pesar de tu profunda realización y de la amplitud de tus logros sirviendo al Maestro, nunca perdiste tu habilidad de hacer sentir a todos que tú eras su amigo más querido. Recuerdo a David Hoogendyk (uno de tus primeros estudiantes cuando comenzaste a enseñar en San Francisco previo a Ananda) diciéndome tímidamente hacia el final de tu tiempo en la tierra, “En todos estos años apenas he hablado con Swamiji, pero él es mi mejor amigo.”

Hay una declaración muy linda hecha acerca de Anandamayi Ma (pulse aquí para ver el enlace en inglés) que tiene que ver con la “paradoja de la omnipresencia.” Se dice que ella hacía que uno se sintiese el amigo más querido y cercano, y sin embargo ella permanecía envuelta en un aura de inaccesibilidad. A medida que pasa el tiempo, me doy cuenta de que siempre parecías tan accesible, amigable, interesado en nuestros problemas, y sin embargo parte de ti siempre estaba muy lejos, descansando en el espíritu omnipresente del Maestro.

Por eso, gracias, querido amigo divino, por llevarnos como niños por el sendero espiritual y enseñarnos a caminar con nuestra propia fuerza; a servir y darnos cuenta de nuestro potencial para ayudar a los demás; y para hablar el idioma del amor a Dios y el Gurú.

Sé que ya eres consciente de lo bien que les está yendo a las comunidades y centros de Ananda, incluso en medio de la pandemia actual. Pasaste años preparándonos: haciéndonos conscientes de que, como había anticipado el Maestro, el mundo enfrentaría tiempos muy difíciles.

Ahora que esos tiempo ya están sobre nosotros, no hemos sido sorprendidos, y estamos consecuentemente capacitados para enfrentar los desafíos delante nuestro con fuerza. Nos mostraste la necesidad de prepararnos no solo en términos prácticos, sino lo que es más importante, mentalmente y espiritualmente, para que ahora podamos ayudar a los demás a lidiar con las dificultades que enfrentamos todos.

Dijiste más de una vez hacia el final de tu estadía en la tierra, “Ya no sé dónde termina Swami Kriyananda y comienza el Maestro.” Esta transformación se volvió aparente para aquellos que te rodeaban a medida que parecías cada vez más como una pequeña ola descansando en la calma superficie de la consciencia oceánica del Maestro. Era hermoso contemplar la gota de tu individualidad desvaneciéndose en el océano de dicha.

Swamiji, podría seguir escribiendo acerca de cómo cambiaste nuestra vida, las vidas de muchos otros, y de hecho el mundo, pero es mejor comulgar contigo en meditación. Te hemos echado mucho de menos, sin embargo tu presencia nunca ha faltado. Otra vez la paradoja tu individualidad y universalidad.

Cada tanto me permito pensar en la alegría que será cuando te volvamos a recibir en un reino de luz. Hasta ese entonces, aunque el velo de separación permanece, se vuelve cada vez más fino. Gracias, querido Swamiji. Le has dado sentido y propósito a nuestra vida, y nos has enseñado como realizar nuestro verdadero potencial: el gozo infinito de Dios.

Tu amorosa hija siempre,

devi

Espero que hayan disfrutado esta carta de mi corazón. Que todos avancemos hacia moksha y encontremos el gozo que es nuestro destino.

Nayaswami Devi

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