Estábamos meditando durante la dedicación del Moksha Mandir de Suami Kriyananda, (edificio donde descansan sus restos mortales.) Su presencia viviente era tan tangible para todo el mundo,  que resultó difícil imaginar que él ya no estaba físicamente con nosotros. La diferencia ahora era que su consciencia se sentía aún más potente, más accesible y más amplia que antes.

Dos días después, en la víspera de su cumpleaños, el 19 de Mayo, tuve un sueño vívido y significativo. Un pequeño grupo estábamos con Suamiji tomando el té en la sala de estar de un hotel muy elegante. Parecía totalmente natural estar junto a él y disfrutar de las bendiciones de su presencia.

Después de un rato, Lila, que fue la devota ama de casa y cocinera de Suamiji durante veinticinco años y falleció nueve meses antes que él, se unió a nosotros. Tanto Suamiji como todos nosotros estábamos sorprendidos de verla, y nos maravillamos ante el hecho de que estaba allí, a pesar de que ya no estaba viva.

Cuando desperté me di cuenta de que había una diferencia en la forma en que había experimentado la presencia de Suamiji y la de Lila en el sueño. Ella parecía estar separada de nosotros por un velo de energía, mientras que la presencia de Suamiji vibraba de energía, a pesar de que ninguno de ellos tenía ya forma física.

Al tratar de entender por qué había esa diferencia, me di cuenta de que este sueño, para mí, tenía una importante lección espiritual que tenía que contemplar. La consciencia de Suamiji, libre de cualquier vestigio de ego, residía en la eternidad, en ese estado de consciencia no hay pasado, presente o futuro; ni vida ni muerte tal y como se definen comúnmente.

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Paramhansa Yogananda (Pintura por Shantidev)

Paramhansa Yogananda dijo, “Cuando este ‘yo’ muera, entonces sabré quién Yo soy.” Esta liberación de todas las limitaciones de tiempo y espacio es la meta de todos los buscadores espirituales sinceros. El cuerpo ciertamente morirá; la personalidad cambia con el tiempo; por medio de la gracia divina y el esfuerzo interior, el ego puede trascenderse con el tiempo; pero el alma permanece eternamente intacta.

Cuando nos damos cuenta de esto perdemos gran parte de la ansiedad y el miedo al cambio, a la pérdida o a la muerte, y sabemos quién y qué somos en realidad. Cuando nos enfrentamos a grandes cambios en la vida, o con la proximidad de la muerte, ya sea propia o de un ser querido, medita en estas palabras de Yoganandaji: “La realidad de mi vida no puede morir, porque yo soy la consciencia indestructible.”

Os deseo que todos podamos descubrir nuestro verdadero Ser en Dios.

En amistad divina,
Nayasuami Devi