“¡Así no es como me veo!” objetó nuestra amiga durante una sesión de autoayuda a la que estaba asistiendo. Esta amiga (llamémosla Tara) nos contó que a cada miembro del grupo se le había pedido mirarse en un espejo de cuerpo entero y describir como se veían a ellos mismos. “Gorda y no atractiva,” fue lo que dijo Tara mientras miraba su imagen. En el espejo ella vio reflejada a una persona de aspecto burdo y desganado.

Luego se le preguntó a otra persona cómo veía a Tara. “Alta, inteligente, y competente,” fue su respuesta. El reflejo en el espejo pareció cambiar para mostrar a una persona alta e imponente, con actitud de hacerse cargo.

¿Cuál era el verdadero reflejo de Tara: su auto imagen negativa, o la positiva que ofreció la otra persona? La respuesta es: ninguna. Ya sea que tengamos un concepto donde nos subestimemos o sobreestimemos a nosotros mismos, si pensamos solo en esos aspectos superficiales como nuestro cuerpo y personalidad, generalmente estamos lejos de la verdadera marca.

En forma similar, ya sea que los demás nos vean en forma positiva o negativa, sus impresiones pueden estar coloreadas por sus propios valores y preferencias. Sus reacciones también pueden cambiar con el tiempo: un día nos están alabando, y al siguiente, estamos abandonados a un lado del camino.

¿Dónde podemos encontrar un espejo que refleje la verdad acerca de nosotros mismos? En su inspirador libro, El Espejo Impecable, una de las discípulas directas más avanzadas de Yoganandaji, Kamala Silva, describe una experiencia que tuvo que involucra al Maestro:

Comenzó con una siesta en la tarde que se convirtió en un sueño consciente, y continuó luego                de que desperté. Vi una gran multitud de gente caminando por un camino; y a medida que los                observaba supe, de repente, con total certeza, que estaba a punto de pasar el Maestro. En ese                  momento hicieron una pausa, y allí entre ellos estaba mi Gurú. El estaba de pie mirándome                   directamente a mí con una sonrisa de infinita dulzura. La gente cercana a él no estaba consciente           de su presencia, aparentemente absorta en llegar a algún lugar. Pensé: si me apuro para                           alcanzarlo puedo tener la bendición de caminar junto a él. Ahora todos, incluyendo al Maestro,             avanzaban rápidamente. Le grité que estaba yendo a unírmele. Lo alcancé, sin aliento por mi                 esfuerzo. Luego me di vuelta para mirar de nuevo su querido rostro familiar. En ese instante                   todo desapareció —toda forma se desvaneció de mi vista. La Dicha pura me envolvió. Yo era                 conscientemente solo de la Dicha. Estaba despierta. ¡Divinamente despierta!

¡Mirando al rostro de mi Gurú, había encontrada la Dicha Cósmica Sin Forma! Después de eso,             pensé con reverente asombro cómo el Espejo Impecable de mi Gurú refleja a Dios.

Si queremos conocer la verdad acerca de algo —nosotros mismos, los demás, el mundo a nuestro alrededor, la naturaleza de la realidad —debemos elevar nuestra consciencia hacia el espejo impecable de Dios. San Pablo dice en la Biblia, “Porque ahora vemos por un espejo, oscuramente; luego veremos cara a cara: ahora conozco en parte; pero luego conoceré como también he sido conocido.”

¿Entonces cómo podemos percibir la verdad de nuestro ser? No es mirando las imágenes distorsionadas que vemos reflejadas en esta casa de espejos que comprende el mundo material. Cuando ofrecemos todo lo que somos a los pies de lo Divino, podemos mirar en Su espejo impecable y ver allí reflejado nuestro verdadero ser: una chispa de Dios hecha de Su dicha y luz.

El Maestro una vez le dijo a un grupo de sus discípulos, “Los veo a todos ustedes como imágenes de luz. Todo —estos árboles, arbustos, el césped sobre el que están parados —todos están hechos de luz. ¡No tienen idea de cuan hermoso es todo!”

Hacia la única Luz,

Nayaswami Devi

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